Más cuestionable es el negocio para el club hospedador, que a cambio de una pequeña vía de financiación, tiene que ceder sus campos de entrenamiento y poner su escudo en espectáculos como el del Rayo C-Polígono H San Blas de la pasada semana. Aunque no se acredita en el acta, desde el banquillo dirigió al equipo el exrayista Antonio Amaya, bien recordado en el club por su faceta como defensa central, pero también por ser el primer condenado por corrupción deportiva en España por el caso Osasuna.